SEP
DGETA
SEMS
CENTRO DE BACHILLERATO TECNOLÓGICO
Agropecuario N° 113.
Parangarico, Yuriria, Gto.
Sistema Abierto de Educación Tecnológica Agropecuaria.
“MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA”
Ciencia,
Tecnología, Sociedad y Valores III.
5º “AS” Técnico
Básico
PROFESOR: Lic. José Jesús León León
Tema: La conquista, la colonia, la independencia, el
porfiriato y la revolución mexicana.
Elaborado por:
FLORES GONZALEZ YARIL AKETZALI
Parangarico, Yuriria, Guanajuato.
15 al 22/sep/12.
INTRODUCCION
La historia de nuestra historia como surgió la
independencia pero más que nada como ayudaron los personajes más importantes
que hubo.
En la revolución mexicana fue muy importante para
todo el mundo porque así ahora podemos celebrar cada año nuestra
independencia. En este tema veremos
muchas cosas importantes para el México.
DESARROLLO TEMATICO
Conquista y colonización de América
Ocupación
efectiva aproximada de tierras en América entre los siglos XVI-XVIII.
La conquista y colonización de
América se refiere al proceso histórico por el cual diversas potencias europeas
conquistaron y establecieron sistemas de dominación colonial en el continente americano, desde finales del siglo XV
hasta el siglo XIX.
Este proceso implicó la desaparición de los grandes imperios americanos,
particularmente el Imperio inca y el Imperio
azteca, así como el colapso
demográfico de la población americana. Simultáneamente, las
potencias coloniales impusieron el uso generalizado de idiomas europeos en
América, principalmente el español,
el inglés y el portugués.
Antecedentes históricos
América fue poblada y ocupada en toda su extensión,
muy probablemente por culturas asiáticas que ingresaron al continente por el
área de Beringia,
en el norte. La población americana, realizó dos revoluciones neolíticas originarias, en Mesoamérica
y en Norte Chico (Perú),
que expandirían culturas agrocerámicas por todo el continente y generarían dos
grandes centros de alta civilización.
Las culturas y civilizaciones en América surgieron y se desarrollaron
sin contacto con las culturas y civilizaciones africanas, asiáticas y europeas,
por lo que resulta adecuado hablar de la existencia de dos mundos: los llamados
"mundo antiguo" (africano, asiático y europeo) y "nuevo
mundo" (americano). Las culturas mesoamericanas habían denominado a la
tierra que ellos alcanzaron a conocer con los nombres de Abya Yala
o Cem Anahuac.
Se sabe de la existencia de los restos de un efímero asentamiento vikingo
en el artico canadiense. Por esta razón en los Estados Unidos, se celebra como
fiesta nacional, el día del explorador vikingo Leif Eriksson,
en memoria de los primeros noruegos en arribar a los Estados Unidos de América.
El viaje de Colón y el "descubrimiento" de América
Al final del siglo XVI d.c el proceso de expansión europea estaba en su
máximo auge dando paso a la idea de querer buscar tierras hacia el lado
occidente del océano Atlántico. "Las sociedades americanas sufrirán en
carne propia el impacto de la invasión y ya nada sería como hasta
entonces.". En 1492, España había obtenido grandes recuperaciones territoriales
derrotando a los musulmanes. En este mismo año Cristóbal Colón firmó un acuerdo
comercial con la corona y se aventuró a tomar la ruta de Occidente para llegar
al Oriente, con la idea de que la Tierra era redonda. El 12 de octubre de 1492
Colón pensó haber llegado a India sin darse cuenta que en realidad estaba en un
continente jamás escuchado.
Colonización española de América
En contraposición de otros colonizadores a lo largo de la historia como
ingleses, portugueses u holandeses los colonizadores españoles desde un primer
momento aceptaron a los indígenas como personas dotadas de alma y por ello
centraron parte de su esfuerzo en adoctrinarles y convertirles a la religión,
la cual creían salvaría sus almas, la católica.
El papa Alejandro VI, en sus bulas Inter Caetera estableció la
obligación de la Corona de Castilla de convertir a todos sus súbditos,
incluidos los amerindios, al cristianismo, en su vertiente católica romana. Las
tareas para lograr la conversión se realizaron mediante una gran variedad de procedimientos
y una considerable cantidad de misioneros de distintas órdenes partieron de
España hacia América a tal fin.
Los métodos adoptados para obtener la conversión fueron muy diversos.
Una de las fórmulas empleadas para la cristianización de los indios fue la
conocida como doctrina; se trataba del compromiso adquirido por el conquistador
para que fueran evangelizados (adoctrinados) todos los indígenas que le habían
correspondido en sus repartimientos; los niños debían recibir las enseñanzas
religiosas todos los días y los adultos tres días a la semana. El convento fue
el centro neurálgico de la evangelización y en torno a él se configuraron
numerosas poblaciones. En él atendían los religiosos a las necesidades
espirituales de los nuevos cristianos al mismo tiempo que a las materiales, ya
que junto a las dependencias de culto y habitación de los frailes, disponían de
enfermerías, escuelas y talleres. Los mismos misioneros desempeñaron un
importante papel en la aculturación del indígena, al poner un especial empeño
en su incorporación a las actividades artesanales de tradición europea, como
parte destacada de su educación. La escuela de San José de los Naturales,
creada por los franciscanos en México, o las organizadas por el obispo Vasco de
Quiroga en Pátzcuaro (Michoacán) son una constante referencia para comprender
diferentes proyectos de vida para el indígena a partir de su incorporación al
cristianismo. En ellos están presentes muchas de las ideas procedentes de los
movimientos utópicos de la edad media y del renacimiento, que encontraron en
América un terreno propicio para su puesta en práctica.
Con la llegada de los europeos cristianos a América, se originó un
intenso debate teológico y legal sobre la naturaleza de sus habitantes para su
incorporación, expulsión o destrucción mediante la guerra de los territorios
que serían dominados por el Imperio español. Esta polémica se saldó con la
oposición de la Corona española a su esclavitud y la incorporación de los
nativos americanos como súbditos de la Corona española con todos sus derechos.
Otras potencias europeas como Inglaterra y Portugal no los considerarían como
iguales y en los territorios dominados por ellos el trato seria de esclavitud.
Así, desde comienzos del siglo XVI, teólogos y filósofos como Juan López
de Palacios Rubios o Matías de la Paz desde la Universidad de Salamanca y
Martín Fernández de Enciso o Bartolomé de las Casas desde los propios
territorios americanos, enfrentan el problema de la naturaleza de los nuevos
pobladores desde diferentes visiones. Finalmente, en 1537 se promulga la bula
Sublimis Deus del papa Pablo III, en la que se declara a los indígenas como
hombres en todas sus capacidades.
A partir de este momento las leyes de la Corona Española establecieron
que los indígenas americanos (amerindios) no serían sometidos a la esclavitud,
sino a un régimen de servidumbre denominado"encomienda", mediante el
cual eran dados a "encomendadores" españoles. El régimen de
encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para
el encomendero, al mismo tiempo que este se obligaba frente a la Corona del
cuidado y "evangelización" de los indígenas. Sistema similar al de la
España del siglo XVI, ya que a diferencia de otros países europeos como Rusia o
Inglaterra en sus colonias, no existía la esclavitud. Más allá de las
intenciones y las circunstancias históricas, la encomienda fue un sistema que
también recibió criticas, el mas conocido de los críticos del sistema de
encomiendas fue Fray Bartolomé de las Casas, en cuyos escritos, exagerados para
muchos historiadores, encontraron las diferentes potencias europeas enemigas en
aquel entonces de España, y los enemigos actuales de España, la semilla del
origen de la leyenda negra.
La colonización española aporto una gran cantidad de recursos a sus
nuevos territorios que fueron tratados desde un primer momento como una
provincia mas del territorio de la corona castellana, mandando al nuevo mundo
artesanos, artistas, misioneros, profesores e hicieron construir hospitales,
escuelas, iglesias, catedrales que hoy en día se conservan y forman parte del
patrimonio cultural de América. Este hecho se puede constatar hoy en día con la
diferencia entre el legado de la conquista española y el de la inglesa (que
sustituyó a la holandesa). Estas dos últimas fueron enfocadas exclusivamente
hacia el beneficio material, comportando la aniquilación de las culturas
existentes, como está demostrado en los Estados Unidos donde la población
indígena prácticamente no existe ya que fue exterminada en su casi totalidad,
en contra de lo que ocurrió en las colonias españolas (con pequeñas
excepciones).
Colonización francesa de América
Los procesos de colonización francesa
se iniciaron a principios del siglo XVII. Durante el siglo anterior, los
franceses habían intentado infructuosamente asentarse en territorio norteamericano
y, a pesar de las dificultades, durante el siglo XVI
los barcos pesqueros franceses visitaban con regularidad la costa atlántica del norte del continente. Esto venía
motivado principalmente por la demanda de pieles en los mercados europeos y, por
ello, los comerciantes franceses iniciaron un lucrativo negocio con los
aborígenes norteamericanos. A principios del siglo XVII, Samuel de Champlain fundó puestos comerciales
en Nueva Escocia,
Annapolis
y Quebec
(primera colonia francesa, fundada como parte de una factoría peletera) en la
actual Canadá.
Champlain no dudó en apoyar a sus aliados comerciales, los hurones, en sus
guerras con otros pueblos indígenas del este de norteamérica. Otra colonia
francesa fue fundada en Montreal, desde donde comenzó la exploración de la zona de los
Grandes Lagos
y del río Mississippi por parte de René Robert Cavelier de La Salle.
A diferencia de los primeros colonos ingleses, que se quedaron en las costas y
utilizaron intermediarios para comerciar con los indígenas, los franceses se
adentraron en los bosques con la intención de ampliar las fronteras comerciales
y religiosas con los nativos. Por ello, para la primera mitad del siglo XVIII
había establecimientos franceses en Detroit,
Niágara, Kaskaskia
y Cahokia,
en los territorios de Illinois y Nueva Orleans, en los actuales Estados Unidos de América. Estos puestos
le proporcionaron a Francia el control de un territorio que se extendía desde
Canadá hasta Luisiana.esto
influyo en el desarrollo de todo el continente.
El gobierno francés también fomentó el establecimiento de colonias en el
Caribe:
en el transcurso del siglo XVII, conquistó las islas de Saint Christopher,
Saint Croix, Saint Bartholomew, Grenada, Saint Martin, Tortuga, Marie Galánte y
la parte oeste de La Española que se llamó Saint Domingue (Haití).
La importancia de las colonias francesas fue básicamente económica y
militar. Se encontraban cerca de las principales rutas de navegación españolas,
lo que permitía interceptar sus barcos y establecer comercio. Las islas
francesas tenían una economía conocida como "de plantación",
basada en la producción y exportación de azúcar,
algodón,
cacao
y tabaco.
Por otro lado la mano de obra esclava también generaba grandes ganancias. Eventualmente las
colonias francesas tuvieron mayor población esclava que blanca, uno de los
factores que favorecieron su prosperidad económica.
El régimen colonial francés
Originalmente la instituciones administrativas del régimen colonial
francés se asemejaron a las del inglés, ya que los contratos comerciales de
colonización otorgaban gran libertad a los corredores de los bosques, como llamaban a los cazadores de
pieles preciosas. Con el tiempo esto cambió, y se nombraron gobernadores que
disfrutaron de prerrogativas similares a las capitanías generales del Brasil (véase
"Colonias portuguesas en América")
o los adelantados y primeros gobernadores de las colonias españolas. Sin
embargo, para la segunda mitad del siglo XVII se impuso un régimen
centralizado; más acorde con las ideas de Luis XIV,
rey absolutista: Canadá fue convertida en provincia
francesa, bajo el mando de un gobernador general supeditado al monarca, y el
territorio fue dividido en señoríos que se otorgaron a nobles de la corte.
Estos señoríos se subdividían en parroquias bajo la autoridad del cura o
párroco y del jefe militar. Numerosos intendentes o funcionarios con poderes
militares, fiscales y judiciales mantenían el rígido centralismo de la
metrópoli francesa. Ese mismo régimen se impuso en las otras colonias francesas
a partir de esta época.
Colonización holandesa de América
Desde mediados del siglo XVI, comerciantes holandeses
incursionaron en las colonias españolas de las Antillas, estableciéndose en las
Antillas Menores (Curazao) y en zonas de Brasil de donde fueron expulsados en 1654. Aunque permanecieron
en Surinam
y parte de las Guyanas,
donde desarrollaron durante los siglos XVII y XVIII una economía de plantación
para abastecer de productos tropicales a Holanda.
El desarrollo del sistema de plantación en estas colonias fue tan grande, que
condujo a una de las mayores concentraciones de esclavos en el siglo XVII y a
una feroz lucha de los esclavos por su libertad.
En América del Norte comenzaron su entrada para el 1609, cuando Henry Hudson,
un navegante inglés al servicio de una compañía holandesa, navegó por el río
que hoy lleva su nombre, ubicado en el actual estado de Nueva York.
Para 1621,
la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales había establecido puertos
comerciales en las cercanías de los ríos Delaware y Conncecticut como en Nueva
York y Albany.
Las fricciones comerciales entre las colonias holandesas y las inglesas
no se hicieron esperar. Los holandeses reclamaban el territorio de
Connecticutt, a pesar de no conseguir su total dominio. En 1650+, se vieron forzados
a cederle a los ingleses la parte este de Long Island.
Entre ambas colonias surgieron disputas fronterizas y reclamos de violaciones a
los acuerdos comerciales. Finalmente, en la década de 1660, cuando estalló la
guerra entre Holanda e Inglaterra, Nueva Holanda fue absorbida por los
ingleses.
En cuanto al régimen administrativo implantado por los holandeses
durante la época colonial se puede mencionar que en sus orígenes fue similar al
inglés y al portugués dado el carácter de fábricas o establecimientos
comerciales que tuvieron sus efímeras colonias. Sin embargo, la colonia que
durante varios años lograron establecer en Brasil fue gobernada por un miembro
de la familia real. En las islas que conservó se estableció años después, un
gobierno más subordinado a la Corona holandesa.
Al fin, las colonias holandesas en América fueron efímeras, poco
duraderas ya que sus intentos fueron frustrados por ingleses y portugueses, de
ahí que sólo permanecieran con algunas posesiones del Caribe.
Colonización inglesa de América
Previo a la llegada de los ingleses a América, existían civilizaciones
indias con estructuras sólidas que se habían forjado durante varios años. Para
los ingleses, los habitantes de dichas civilizaciones no eran considerados
humanos. Motivado por sueños de oro y gloria, apareció un nuevo tipo europeo:
el colono anglosajòn. Este nuevo personaje representaba la mayor referencia de
poder frente a los pueblos sometidos, ya que la mayoría de personas fueron
espectadores de las masacres cometidas en el actual Estados Unidos. La historia
que sigue a partir de esto es la de opresión, abuso e imposición de nuevos
modos de vida para los americanos. En cuanto al ámbito económico y político fue
totalmente manipulado para los beneficios europeos, dejando a los intereses
indígenas totalmente subordinados y sin valor social. Por lo que se
transportaron a más de 40000 esclavos a través del Atlántico con la idea de
poder aumentar el número de trabajadores y crecer en sociedad.
Colonización portuguesa de América
La colonización portuguesa de América comenzó motivada por razones
económicas y estratégicas. Por un lado las económicas a causa de la mercancia
en las ganancias en el comercio con el Oriente y las posibilidades mercantiles
del "árbol de Brasil", de cuya corteza se producía un tinte rojo
usado para teñir textiles. Por el otro estratégicas, por el temor a una
invasión española o francesa a su territorio. En 1530, la corona portuguesa
envió a Martín Alonso de Souza a
expulsar a los franceses que rodeaban las costas de Brasil, ya que eran tierras
que pertenecían a Portugal desde 1500, cuando el navegante portugués Pedro Cabral
había pisado esos territorios.
En 1533,
Juan III de Portugal, dividió el
territorio de Brasil en 15 franjas o capitanías, de 150 millas de ancho cada
una, lo que influyó en el carácter privado de la colonización portuguesa. Estas
capitanías fueron repartidas u otorgadas a nobles portugueses de forma
vitalicia y hereditaria a fin de obtener el mayor rendimiento con el mínimo de
costos para la metrópoli. Los nobles que recibieron las mismas se
comprometieron a evangelizar a los aborígenes, reclutar colonos, y a
desarrollar económicamente la capitanía. Durante 19 años la administración de
las capitanías estuvo a cargo de los nobles, pero, en 1549, el rey nombró un
gobernador general o "Capitan mayor" representante del rey que
administraría toda la colonia. El propósito de este gobierno era que el rey de Portugal
gobernara a Brasil
con el asesoramiento del Consejo Ultramarino, además de unificar el gobierno
colonial. Sin embargo, aunque se pretendió quitar poderes a los capitanes
generales, realmente continuaron dominando la colonia.
Conquista
y colonización de México:
El México azteca y el colonial:
La fundación de Tenochtitlan tuvo lugar hacia 1325 por los aztecas de la familia náhuatl, que, procedentes del norte, llegaron en busca de mejores climas y más fáciles medios de vida. Según la leyenda, el emplazamiento estuvo determinado por el hallazgo de un águila en lucha con una serpiente sobre un nopal, imagen que ha pasado a formar parte de las armas nacionales. Otras ciudades existían en la región (Tacubaya, Texcoco, Tlaxcala), pero ninguna era tan importante y bella como Tenochtitlan. Bernal Díaz del Castillo describió sus canales y sus grandes edificios. La isla sobre la que se encontraba la ciudad se comunicaba con tierra firme por tres calzadas que todavía subsisten, convertidas en calles o caminos: la meridional a Ixtapalapa, por donde entraron los españoles; la occidental a Tlacopan, por donde tuvo lugar la retirada de Cortés; la septentrional, actual calzada a Guadalupe, que llevaba hasta Tepeyac. Las calzadas se interrumpían por canales, salvados mediante puentes levadizos, y estaban orladas por verdaderos jardines, flotantes, de los que son los últimos representantes las Chinampas de Xochimilco.
La
capital azteca:
La ciudad era, según las descripciones de los contemporáneos, una de las mayores y más bellas de la época. En el momento de la Conquista se calcula que en lo que hoy es el Distrito Federal vivían de 570.000 a 600.000 personas. Habitaban casas de adobe rojo muy poroso, pero no faltaban los edificios monumentales, palacios y templos. Las casas tenían dos pisos y forma cuadrada, con un patio central adornado por pórticos y fuentes. Los espacios vacíos eran escasos y las calles, estrechas y tortuosas, estaban interceptadas por un laberinto de canales (72 según Francisco Cervantes Salazar), que cruzaban puentes; existía una doble comunicación, por agua y tierra, que hacia recordar a Venecia. Los barrios o calpulli tenían una clara estratificación social y funcional, visible en el hecho de que cada calle estaba ocupada por un oficio o profesión. Un sistema de diques protegía la ciudad contra las inundaciones, como el famoso de Moctezuma, de 12 km de largo y 20 m de anchura. Tenochtitlan tenía como centro al gran teocalli, situado cerca de donde hoy se eleva la Catedral: era el templo dedicado al dios de la guerra, Huitzilopotchtli, y al de las lluvias, Tláloc. Al oeste estaba el palacio de Moctezuma; al este, el de Axayácatl y el palacio nuevo de Moctezuma, Xocoyotzin; y al norte el tianquixtli, famoso mercado de Tlatelolco. El abastecimiento de agua estaba asegurado por los manantiales de Chapultepec.
Economía
azteca:
La agricultura constituía su base. Cultivaban gran número de especies pero el cultivo esencial era el maíz. La ganadería era muy pobre. Entre los pocos animales domesticados estaban el pavo y una especie de perro criada para consumir su carne. El desarrollo de la población del valle de México condujo a una situación de falta de tierras que ocasionaron guerras y emigraciones. Los aztecas llegaron tardíamente al valle, se vieron obligados a residir en las islas e idearon el sistema de islas artificiales o chinampas, que les permitió aumentar sus tierras de cultivo y alimentar a su creciente población. Otra forma de incrementar sus recursos agrícolas fue obligar a los pueblos vencidos a trabajar, destinando parte de su tierra para sostener el estado y el clero. La manufactura se hallaba en un estado artesanal muy primitivo. La mayor parte de los hogares eran autosuficientes pero había cierta especialización entre los poblados que generaba un pequeño intercambio.
Los
calpixque eran los administradores y recaudaban los tributos. La confederación
estaba organizada de tal manera que todos los estados eran independientes en
todo, salvo en su proyección exterior. La relación entre pueblos conquistadores
y conquistados era muy variable, dependiendo de la forma en que se había
producido la anexión. Vivieron en un estado de guerra continuo. Razones
religiosas, económicas e históricas hicieron de la guerra un elemento esencial
de su cultura. Los pochteca o comerciantes sirvieron al mismo tiempo de espías
y de embajadores ante los otros pueblos de México. En la clase dirigente
estaban el Tlatoani y el Ciuacoalt, como cabezas de la biarquía. Los tecuhtli,
o jefes de diferentes categorías, los pipiltin, o nobles por nacimiento, los
calpuleque o jefes del capulli y los quauhpipiltin, o nobles por méritos. Los
nobles poseían sus tierras por herencia o por concesión del estado, en pago a
sus servicios, estas tierras eran cultivadas por los mayeques.
Administración
colonial:
Capital de
un virreinato que extendía sus dominios desde California y Texas hasta Panamá, México se fue,
poco a poco, convirtiendo en una de las principales ciudades del mundo. En 1600
tenía unos 15.000 h, de ellos 7.000 españoles. A mediados del s. XVIII tenía ya
90.000 y durante la segundad mitad de dicho siglo, merced a la interesante
labor del virrey conde de Revillagigedo, a quien muchos han llegado a
considerar como el verdadero fundador de la ciudad moderna, México empezó a ser
lo que es hoy. Durante el gobierno del citado virrey se construyeron numerosos
edificios, se pavimentaron las calles y se proporcionó a la ciudad
alcantarillado y alumbrado público. Revillagigedo creó escuelas populares para
los indios, fundó la Escuela de Minas, mejoró la administración de justicia,
reorganizó la hacienda y la política, estableció un correo bisemanal entre la
capital y las intendencias provinciales y mejoró todos los caminos del país.
Con estas reformas la población aumentó y en 1790 dio la cifra de 112.992 h,
que unos años después Humboldt
estimó en 137.000. La mitad, aproximadamente, eran españoles, y existían unos
40.000 mestizos, mulatos o negros y unos 10000 indios. México llegó entonces a
ser la primera ciudad de América y una de las mayores y más bellas del mundo.
Era el centro del comercio interior de las provincias de Nueva España y también
del de Ultramar por sus buenas relaciones con los puertos de Veracruz y Acapulco. Humboldt la llamó la
"ciudad de los palacios"; estaba repleta de buenos edificios y
contaba con más de cien iglesias y cincuenta conventos. Las calles, rectas y
anchas (14 varas), estaban empedradas y enlosadas. Dos grandes acueductos de
900 arcos cada uno, hoy destruidos, conducían el agua potable hasta una fuente
monumental construida en 1779 por el virrey Bucareli.
Cronología
de la presencia española (siglo XVI):
1517 - Fuerzas al mando de Hernández de Córdoba llegan a las playas de Yucatán, éste muere a causa de las heridas recibidas en batalla contra los mayas. La llegada de los españoles trajo consigo enfermedades del Viejo Mundo desconocidas entre los mayas, incluyendo la viruela, la influenza y el sarampión. En un siglo murió el 90 por ciento de la población nativa de Mesoamérica. 1518 - Se introduce el cultivo de la naranja en Nueva España. Cuando terminaba el año, Cortés partió de Santiago de Cuba con 11 naves. 1519 - Hernán Cortés comienza la exploración de Yucatán. En noviembre entra en Tenochtitlan. 1520 - En abril el gobernador de Cuba envía a Pánfilo de Narváez a apresar a Cortés. En julio Cortés vence en la batalla de Otumba. 1524 - Hernán Cortés encuentra al pueblo de los Itzá, el último de los pueblos mayas que permaneció sin ser conquistado por los españoles. 1524 - Llegan los primeros dominicos. 1528 - Los españoles comienzan la conquista de los mayas del norte bajo Francisco de Montejo. Los mayas contraatacan con sorprendente vigor, manteniendo a los españoles a raya por muchos años. 1536 - Se funda el Colegio imperial de Santa Cruz para caciques. 1541 - Los españoles finalmente logran someter a los mayas y acabar con su resistencia. Sin embargo las revueltas continúan, no dejando a los españoles nunca en paz durante el resto del siglo. 1542 - Los españoles establecen la capital de Yucatán en Mérida. 1553 - Se inaugura la universidad de México. 1554 - Se introduce el beneficio de patio en la minería. 1555 - Se inicia la construcción de la catedral de Puebla. 1556 - Se edita el ordinario de la misa, primera edición musical mexicana. 1568 - Bernal Díaz del Castillo termina su Historia verdadera de la conquista de Nueva España. 1571 - Comienzan las obras de la catedral de Guadalajara. 1572 - Llegan los primeros misioneros jesuitas. 1598 - Juan de Oñate termina de conquistar una amplia zona.
Siglo
XVII:
1618 - Termina la construcción de la catedral de Guadalajara. 1650 - Lucas Méndez trabaja en el Retablo de la capilla de los Reyes de la catedral de Puebla. 1665 - Se publica la primera Gaceta de México. 1689 - Alonso de León explora Texas. 1695 - Las ruinas de Tikal son casualmente descubiertas por el sacerdote español Fray Andrés de Avedaño y sus compañeros, quienes se habían perdido en la selva del Petén. 1695 - Se inicia la construcción de la basílica de Guadalupe. 1697 - La ciudad de Tayasal, capital de los Itzá en el Petén, es tomada por los españoles. Así es sometida a la corona española la última entidad política maya independiente.
Siglo
XVIII:
1712 - Los mayas de los altiplanos de Chiapas se levantan contra el gobierno mexicano. 1714 - Se inicia la construcción de la iglesia de la Profesa. 1719 - J. de Balbás trabaja en el retablo de la capilla de los Reyes de la catedral de México. 1720 - Se inicia la construcción del ayuntamiento de México. 1724 - La corona española suprime el sistema de encomienda, que había dado a los terratenientes españoles el derecho a forzar al trabajo a los indios. 1740 - Fundación de El Mercurio de México (1740-1767). 1749 - L.Rodríguez trabaja en el sagrario de la catedral de México. 1789 - Creación de un sistema restringido de comercio libre con Nueva España. 1764 - Establecimiento del estanco del tabaco. 1761 - Los mayas de Yucatán, encabezados por Jacinto Canek, se levantan contra el gobierno. 1772 - Comienza la construcción de la iglesia de la Enseñanza. 1779 - Se construye la capilla del Pocito, junto al santuario de Guadalupe. 1780 - F.J.Clavijero publica Historia antigua de México. 1783 - Se funda la Academia de San Carlos.
Siglo XIX:
1809 - Se inicia la catedral de Potosí. 1813 - Congreso de Chilpacingo: proclamación de la independencia de México. España estaba sumida en el esfuerzo de la expulsión de Francia. Fernando VII, preso hasta entonces en el castillo de Valençay, recuperó el trono de José Bonaparte en 1814. 1821 - México se independiza de España. 1823 - Las Provincia Unidas de América Central se separan de México. 1836 - Independencia de Texas.
Independencia de México
Guerra
de independencia de México
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Fecha
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16 de
septiembre de 1810 (el Grito de
Dolores)- 27 de septiembre de 1821 (entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de
México).
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Lugar
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n/d
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Resultado
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Independencia de México por la
firma del Acta de Independencia del Imperio
Mexicano
|
La Independencia de México
fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las
armas, que puso fin al dominio español
en los territorios de Nueva España. La guerra por la
independencia mexicana se extendió desde el Grito de
Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del
Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de
septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración
y las revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII.
Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las
relaciones de España
con sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de
las reformas borbónicas, a los que se sumó una
profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un malestar entre
algunos segmentos de la población.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva
España una crisis política que
desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII
abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de
España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento
de México —con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la soberanía en
ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de
Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del
movimiento.
A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en
otras ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que
pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la
conjura de Valladolid, descubierta en 1809
y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a
punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar
las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes
indígenas y campesinos del pueblo de Dolores
(Guanajuato),
convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas,
pues los sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las
fuerzas leales a España. Al principio se reivindicaba la soberanía de Fernando VII
sobre España y sus colonias, pero los líderes asumieron después posturas más
radicales, incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la esclavitud. José María Morelos y Pavón convocó a las
provincias independentistas a conformar el Congreso de Anáhuac, que dotó al
movimiento insurgente de un marco legal propio. Tras la derrota de Morelos, el
movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo
quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz.
La rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de
postura de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio
español. Al ver afectados sus intereses, los criollos monarquistas decidieron
apoyar la independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la
resistencia insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de
los conspiradores, y a principios de 1821 pudo encontrarse con Vicente
Guerrero. Ambos proclamaron el Plan de
Iguala, que convocó a la unión de todas las facciones insurgentes y
contó con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Finalmente,
la independencia de México se consumó el 27 de
septiembre de 1821.
Tras esto, Nueva España se convirtió en el Imperio Mexicano, una efímera monarquía
católica que dio paso a una república federal en 1823,
entre conflictos internos y la separación de América Central.
Después de algunos intentos de reconquista,
incluyendo la expedición de Isidro
Barradas en 1829,
España reconoció la independencia de México en 1836, tras el
fallecimiento del monarca Fernando VII.
Antecedentes
Situación
económica y social del virreinato de Nueva España
Una
representación de mestizos en una "Pintura de Castas" de la era
colonial. "De español e india produce
mestizo".
La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya
posición estaba condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y
político. Una de ellas era su papel respecto a la posesión de los bienes
económicos. Había un grupo muy pequeño de personas que controlaban la mayor
parte de la riqueza,
mientras que la gran parte de la población era pobre. Los pueblos indígenas
debían pagar un tributo al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad
que, por ambiguo, provocaba numerosos enfrentamientos entre españoles
peninsulares, criollos y mestizos. Muchos de estos enfrentamientos tenían relación con
cuestiones agrarias, como por ejemplo la tenencia de la tierra y el control del
agua. A lo largo de los tres siglos de dominio español hubieron varios
estallidos sociales en la Nueva España, entre ellos la rebelión de los pericúes de 1734 a 1737 en Vieja
California, la rebelión de
1761 de los mayas, encabezada por Jacinto Canek
y las rebeliones de los seris y los pimas en Sonora a lo
largo de todo el siglo XVIII.
Como un corolario de los múltiples orígenes de la población de Nueva
España surgió el sistema de "castas".
Estos grupos estaban caracterizados por el origen racial de sus integrantes,
encontrándose en la cúspide los españoles, y entre ellos, los europeos. La combinación
entre españoles, indígenas y africanos dio como resultado un número
de grupos cuya posición estaba determinada por la cantidad de sangre española
que poseían. El pilar de la economía colonial de Nueva España era la minería,
particularmente la explotación de oro y plata. Durante el siglo XVIII la producción minera vivió una
de sus mejores épocas.
El apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras
actividades económicas, particularmente el comercio
y la agricultura.
Por ejemplo, la creciente importancia de Guadalajara y El Bajío se debía a su relación con los
minerales de Zacatecas y Guanajuato. Dado que la exportación de plata y oro
constituía el nodo de la economía novohispana, en torno a esta actividad creció
un complejo sistema que consolidó al grupo de comerciantes peninsulares, pero
que también permitió la ascensión de un poderoso grupo criollo.
La economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período
que coincide con las reformas borbónicas
adoptadas por la Corona. Las reformas tenían por objeto modernizar la
administración de las colonias y hacer más rentable la explotación de sus
recursos, porque en Nueva España había una escasez de capitales en circulación
debida al monopolio sobre la plata ejercido por los comerciantes y por la
propia política financiera de la metrópoli. En las últimas décadas del siglo
XVIII, Nueva España estaba en bancarrota a causa de la expoliación de sus
finanzas por parte de la metrópoli. Paradójicamente, fueron los miembros de la
élite económica.
Patriotismo criollo en Nueva España y expulsión de los jesuitas
La segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de
reivindicación patriótica por parte de los criollos en Nueva España. Este fenómeno es una respuesta al
dominio peninsular en la vida del virreinato, tanto en el campo económico, como
en el político, el social y el cultural. Los protagonistas de este movimiento
eran miembros del pequeño grupo de personas que tenía acceso a la educación.
En la sociedad novohispana esto era posible sólo a través de los establecimientos
eclesiásticos, pues la Iglesia era la única institución que prestaba este
servicio. Por lo tanto, este grupo estaba integrado notablemente por
religiosos.
El nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a
las afirmaciones de los peninsulares por las que se pretendía justificar el
dominio español en las tierras americanas. La pugna ideológica
entre España y América no era nueva, tiene su origen en la Conquista misma.
Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran
miembros de la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII
esta congregación desempeñaba una importante labor en la evangelización de los
indígenas del norte del virreinato. A la par de esta obra, produjeron un
conjunto de documentos que dan cuenta de pueblos que hoy se encuentran
extintos. A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el
impulso renovador de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de León y Gama, al físico José Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra y
al enciclopedista José Antonio Alzate.
Algunos de los jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese
movimiento intelectual que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y
que llegó, incluso, a proponer la necesidad de emancipar a la colonia. Uno de
ellos fue Francisco Xavier Clavijero, que tuvo que
publicar su Historia antigua de México en Italia y en el
idioma de ese país. En esa obra Clavijero emprende una amplia defensa de
América frente a Europa, comenzando por las cuestiones naturales y concluyendo
con la reafirmación de todos los americanos a través de la reivindicación del
pasado indígena. En este movimiento, Clavijero como otros criollos novohispanos
rechaza que sus declaraciones estén influidas por otra "pasión o interés.
Revoluciones burguesas: Francia y Estados
Unidos
Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII.
Uno fue la Revolución francesa, y el otro, la independencia de Estados Unidos.
Tanto una como la otra tenían su sustento en las ideas de la Ilustración.
A su triunfo, las revoluciones en Francia y Estados Unidos proclamaron la
igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos;
una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. Desde luego,
estas ideas no eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe,
por ejemplo, que el cura Miguel Hidalgo era simpatizante de la
Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra de
Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del
liberalismo.
Invasión francesa en España
Fernando
VII, rey de España. Cuando los franceses obligaron a la familia real española a
ceder sus derechos al trono de la península en favor de los Bonaparte, en
varias ciudades de América se establecieron Juntas provisionales que gobernaban
en nombre del soberano español. En Nueva España, la Junta de México fue
suprimida por los españoles el 15 de septiembre de 1808.
Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que si Napoleón tomaba el poder en España, al tener
una ideología diferente al catolicismo, perdería el poder sobre el pueblo; por
esta razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre José María Morelos y Pavón se convencieron de
iniciar la lucha armada. De ese modo, el poder de Napoleón no afectaría
directamente al clero de la Nueva España.
La invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón
en 1807 obligó la huida de la Casa de Braganza a Brasil. En España,
este suceso había provocado la división de la familia real española. Instigado
por Manuel Godoy,
el príncipe de Asturias había planeado un complot para destituir a sus padres
de la corona. Finalmente, logró que Carlos IV abdicara en su favor el 19 de marzo
de 1808.
Tal suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a
declarar nula su abdicación. Aunque Fernando VII
intentó formar un gobierno propio y organizar España, Napoleón le condujo con
engaños a Bayona, donde el 5 de mayo
de 1808
lo forzó a ceder la corona a su padre, para que luego
éste la entregara al francés.
Los dominios españoles en América ante la ocupación de la metrópoli
Aunque aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los
vínculos entre España y sus dominios ultramarinos en América, en realidad en
cada una de las colonias había una discusión sobre quién era el verdadero
soberano de las tierras americanas. El problema era que, nominalmente, la soberanía
de los dominios españoles radicaba en el titular de la Corona de España. No había una claridad sobre
la posición que se debía guardar ante la ocupación extranjera de la metrópoli.
Para algunos, la opción era reconocer al gobierno francés de ocupación.
En varias ciudades americanas se formaron Juntas de
Gobierno, cuyo propósito fue conservar la soberanía en sustitución
del legítimo rey de España y hasta que Fernando VII fuera reinstalado en el
trono, entre ellas la Junta de Montevideo en 1808, la Junta Tuitiva
de La Paz
en 1809, o la Junta de Quito en 1809.
Casi todas ellas tenían su origen en la estructura municipal, una de las
instituciones de gobierno más arraigadas en el mundo hispánico, y casi todas fueron
dominadas por criollos ilustrados pues en su gran mayoría los españoles
peninsulares se oponían a la formación de gobiernos soberanos.
Crisis política de Nueva España en 1808-1810
Crisis
política de 1808
Francisco Primo de Verdad fue uno de los
personajes del Ayuntamiento de México que solicitó en
1808 al virrey José de Iturrigaray la instalación de una Junta
Provisional que gobernara en nombre de Fernando VII.
Iturrigaray simpatizaba con estas ideas. Finalmente, la Junta fue reprimida por
un golpe de Estado contra el virrey.
La noticia del Motín de Aranjuez (18 y 19 de marzo) llegó a la
Ciudad de México el 8 de junio de 1808. El virrey José de Iturrigaray, elegido por intervención
del primer ministro Manuel Godoy, se mostró consternado por los
sucesos y por el apoyo de los españoles peninsulares residentes en Nueva España
al partido fernandista. El virrey se reunió con los miembros de la Real Audiencia y acordaron guardar secreto
de sus preocupaciones y cabildeos, en cambio dieron a conocer la abdicación de
Fernando VII a través de La Gaceta de México el 16 de julio.
La situación en la metrópoli supuso una situación inédita que puso a
discusión en quién radicaba la soberanía de los territorios bajo el dominio
español. El estado de excepción originado por la abdicación de Fernando VII y
la ocupación francesa dividió en dos partidos a la élite de Nueva España. Para
algunos —en su mayoría españoles peninsulares cuyo portavoz era la Real
Audiencia de México— el poder en Nueva España seguía radicando en el rey
Fernando VII, aunque momentáneamente se encontrara ausente. De aquí que la
estructura social y política del virreinato debía seguir inmutable y
subordinada a la Corona española.
El 19 de julio de 1808 los miembros del Ayuntamiento propusieron al
virrey Iturrigaray la creación de una Junta de
Gobierno que ejercería la soberanía en Nueva España. De acuerdo con
la propuesta, la junta sería autónoma respecto a aquellas que estaban
formándose en España y estaría en vigencia mientras no se restituyera en el
trono a Fernando VII o uno de sus herederos de la Casa de
Borbón. El Ayuntamiento planteó la posibilidad de nombrar gobernador
y capitán general a Iturrigaray, como medida para defender la integridad del
territorio ante una eventual invasión de los franceses.
El virrey José de Iturrigaray convocó a una junta para el
9 de agosto, a la que asistieron los representantes civiles, militares y
eclesiásticos, hasta sumar ochenta y dos participantes. El fin de la junta fue
debatir la situación. A excepción de Villaurrutia, los miembros de la la
Audiencia asistieron bajo protesta pues consideraban que había que seguir las
indicaciones de la Junta de Sevilla. Por lo tanto, calificaron de innecesaria
la reunión convocada por el virrey.
El Ayuntamiento de México apelaba a las Leyes de
Partida para justificar la existencia de una junta que ejerciera la soberanía
en ausencia del rey. Con algunas excepciones, como Primo de
Verdad o Talamantes, los integrantes del Ayuntamiento y sus simpatizantes eran
más bien conservadores. Al apoyar el establecimiento de la junta no pensaban en
la representación popular,
sino en la instalación de un gobierno formado por autoridades reconocidas y
representantes de los cabildos municipales. La opción del Ayuntamiento no
contemplaba la separación de España, sin embargo, el bando opuesto entendió lo
contrario. Para ellos, el establecimiento de la Junta de México era una amenaza
contra la permanencia del sistema colonial del que eran beneficiarios.
La tesis de la soberanía de los pueblos anatematizada
por el inquisidor Prado y Obejero con el apoyo del oidor Guillermo Aguirre. La
discusión entre los bandos fue acalorada y no logró conciliar posturas.
Iturrigaray ironizó sobre la posibilidad de reconocer al duque de Berg,
con la negativa unánime de los presentes.
El 13 de agosto de 1808 se realizó la jura a Fernando VII en un acto
público. Para atraerse la simpatía de los habitantes, Iturrigaray envió cartas
a las juntas de Sevilla, Valencia y Zaragoza para informar
sobre las resoluciones acordadas en México. Los dictámenes de la junta del 9 de
agosto fueron rechazados por los intendentes Juan Antonio Riaño (Guanajuato) y Manuel de Flon (Puebla),
así como por la Audiencia de Guadalajara. Estos declararon nulas las
decisiones tomadas en México y se declararon adherentes a las juntas de España.
Asimismo, el Ayuntamiento de Querétaro —conformado en su mayoría por europeos—
decidió retractarse del apoyo inicial ofrecido. El día 27 de agosto, la Inquisición
de México publicó un edicto, declarando "heréticas y sediciosas" las
proposiciones que atacaban a la autoridad divina de los reyes y que proponían
la "herejía de la soberanía del pueblo".
Bando del 16 de
septiembre de 1808, en el cual se anuncia a la población de Nueva España
la deposición del virrey Iturrigaray y el nombramiento de Pedro Garibay
como sustituto.
El 31 de agosto se celebró una nueva reunión. Los miembros de la
Audiencia aprovecharon para secundar a los comisionados de la Junta de Sevilla
que habían llegado a la capital novohispana. De esta manera manifestaron su
rechazo a la resolución del 9 de agosto y tacharon de inepto a Iturrigaray.
Respaldado por una carta de la Junta de Asturias, el virrey convocó una nueva
reunión para el 1° de septiembre, donde expuso que ninguna de las juntas
formadas en España reconocía la soberanía de las otras.
El 9 de septiembre se celebró una última junta general que sólo sirvió
para irritar los ánimos y aumentar el antagonismo entre criollos y europeos.
Durante los días siguientes corrieron la Nueva España unos rumores difamatarios
hacia la persona del virrey. Los peninsulares, respaldados por los comisionados
de la Junta de Sevilla, decidieron deponer al virrey.
Encabezados por Gabriel de Yermo, los enemigos de Iturrigaray
se sublevaron el 15 de septimbre de 1808. El palacio virreinal fue asaltado por
un contingente de trescientos hombres y al mismo tiempo fueron aprehendidos
Primo de Verdad, Cristo, Azcárate y el fraile Talamantes.
La Real Audiencia de México informó a la Junta de Sevilla acerca de los
acontecimientos, argumentando que el "pueblo enardecido" había sido
el responsable del derrocamiento del virrey. El nuevo gobierno virreinal envió
cartas a la Suprema Junta de Sevilla reconociendo su soberanía. A diferencia de
lo que sucedió en otros virreinatos, el golpe de Estado en Nueva España impidió
que se estableciera una junta local.
La cuestión de la soberanía durante 1809
José Bonaparte fue designado monarca de España
por su hermano, y en julio de 1808 llamó a los
virreinatos de América y a las capitanías generales de Cuba y Guatemala a
enviar seis representantes para trabajar en el Estatuto de Bayona. Los americanos declinaron
la invitación. Luego de ser derrotados en Bailén los franceses se retiraron
temporalmente de Madrid.
Su ausencia permitió que las múltiples juntas soberanas en la península
acordaran formar la Junta Suprema Central el 25 de
septiembre en Aranjuez.
La Junta Suprema Central emitió un decreto el 22 de enero de 1809 por el
que reconoció a los dominios americanos como parte integrante de la monarquía
con derecho a representación en el órgano. Para ello se pidió elegir un
representante de cada virreinato y capitanía general. La elección se realizó
por sorteo e involucraba a los ayuntamientos y al Real Acuerdo. En contraste, cada
provincia de la península tenía derecho a un diputado, de modo que hubo treinta
y seis o más vocales por España y sólo nueve para toda América.
En enero de 1809 apareció en varias ciudades importantes del virreinato
una proclama que pedía la instalación de un gobierno autónomo en Nueva España
que defendiera a Fernando VII y la religión. El autor del documento fue Julián
de Castillejos, participante de las tertulias literarias con el marqués de San Juan
de Rayas. Cuando se les interrogó, negaron toda responsabilidad. Los oficiales
reales los dejaron ir, pero los mantuvieron bajo estrecha vigilancia.
Carlota Joaquina de Borbón, hermana de
Fernando VII, envió una carta a los novohispanos en marzo de 1809. En ella
proponía a su hijo Pedro I de Brasil como
regente de Nueva España. El virrey Garibay y los oidores de la Audiencia
pensaron que se trataba de una argucia de Napoleón, y evadieron la solicitud.
En la
imagen, la casa de García Obeso. Este inmueble fue
sede de las reuniones del grupo de conjurados de Valladolid en 1809.
La decisión de reconocer a la Junta de Sevilla no satisfizo a todos los
novohispanos. En Valladolid (actualmente Morelia)
la elección del representante de Michoacán profundizó las divisiones entre
criollos y peninsulares. A partir de septiembre de 1809 los criollos —con José Mariano Michelena y José María García Obeso a la cabeza—
comenzaron a organizarse de manera clandestina para nombrar una junta soberana.
Carlos María de Bustamante se desempeñó
como defensor de los presos, y argumentó que "el día que se ahorque el
primer insurgente, España tendría que perder la esperanza de conservar
América".
Convocatoria a las Cortes de Cádiz
Detalle de Retrato de Miguel Lardizabal, Francisco de
Goya. Este tlaxcalteca fue el único americano en el Consejo de
Regencia de España e Indias. Defendió el derecho de Fernando VII al trono, y a
la vuelta del monarca fue nombrado ministro universal de Indias. Era contrario
a la independencia de las colonias americanas.
Artículo principal: Cortes de
Cádiz.
La Junta Suprema Central decidió disolverse
el 29 de enero
de 1810
para formar el Consejo de Regencia de España e
Indias con cinco de sus miembros. El propósito de este nuevo órgano
era convocar a las Cortes de Cádiz. Sólo un americano formó parte
de la Regencia, el tlaxcalteca Miguel de Lardizábal y Uribe; el resto de
los integrantes de la Junta fue relevado de sus obligaciones, incluyendo los
representantes americanos que ni siquiera habían llegado de ultramar.
Mientras se celebraban elecciones para diputados en América, fueron
nombrados treinta diputados suplentes radicados en la península para
representar a las provincias ultramarinas, de los cuales siete eran
novohispanos. Tras las elecciones, recibieron nombramiento como diputados a las
cortes diecisiete representantes por Nueva España. En tanto, después de conocer
sobre el asedio de Cádiz y el avance de los franceses en
España, se establecieron en América nuevas juntas autónomas, en abril se formó
la Junta de Caracas; en mayo, la de Buenos
Aires; en julio, la de Bogotá; y en septiembre, la de Chile.
Por esos días, la Audiencia de México solicitó a la Regencia la
destitución del virrey Lizana. El ejercicio del gobierno novohispano recayó en
la Audiencia desde mayo de 1810 hasta la llegada de Francisco Xavier Venegas, nuevo virrey. En
consonancia con los sucesos en otras partes de América, una nueva conspiración
estaba en marcha en Nueva España. Aunque en todo el reino se efectuaban las
elecciones de los diputados que habrían de asistir a las Cortes de Cádiz, los
criollos novohispanos estaban resentidos por el derrocamiento de Iturrigaray
que habían planeado los españoles peninsulares o gachupines.
Inicio de la guerra (1810-1811)
Ruta de la
campaña militar de Miguel Hidalgo y zona de propagación del
levantamiento armado de 1810 a 1811.
La etapa de inicio de la Guerra de Independencia de México corresponde
al levantamiento popular encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla. Descubiertos
por los españoles, los conspiradores de Querétaro no tuvieron otra alternativa
que ir a las armas en una fecha anticipada a la que planeada originalmente. Los
miembros de la conspiración se hallaban sin una base de apoyo en ese momento,
por lo que Hidalgo tuvo que convocar al pueblo de Dolores
a sublevarse en contra de las autoridades españolas el 16 de
septiembre de 1810.
Los sublevados tuvieron que huir hacia el norte, donde esperaban
encontrar el apoyo de las provincias de esa región que también se habían
lanzado a las armas. Los líderes de la insurgencia fueron capturados en Acatita de Baján (Coahuila).
Una vez arrestados fueron conducidos a Chihuahua. En esta ciudad fueron fusilados
Hidalgo, Jiménez, Allende y Aldama, cuyas cabezas fueron enviadas a Guanajuato
para que fueran expuestas en las esquinas de la alhóndiga de Granaditas.
La conspiración de Querétaro y el Grito de Dolores
Ignacio Allende y Mariano
Abasolo estuvieron entre los simpatizantes de los conjurados de
Valladolid. Cuando ésta fue descubierta, organizaron una nueva conspiración que
tuvo su sede definitiva en Querétaro. Las reuniones se realizaban de
manera clandestina en casa del corregidor, Miguel Domínguez. Allende estaba al frente de
los conjurados, entre quienes se econtraban el propio corregidor, Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama
y Josefa Ortiz.
La conspiración fue denunciada el 9 de
septiembre por José Mariano Galván. Otras denuncias llegaron a oídos del
comandante Ignacio García Rebolledo, que dispuso el cateo a la casa y la
aprehensión de los hermanos González. Josefa Ortiz envió como mensajero Ignacio
Pérez para avisar a los conspiradores en San Miguel el Grande, después fue presa en
compañía de su marido y otros conspiradores.
El aviso de la Corregidora llegó
a Juan Aldama, y fue él quien lo llevó hasta Dolores
el 16 de septiembre. Con ayuda de presos que
liberaron de la cárcel, los insurgentes capturaron al delegado Rincón y se
dirigieron al atrio de la iglesia. En ese lugar, Hidalgo convocó a los
asistentes a levantarse contra el mal gobierno, en un acto que es conocido como
Grito de
Dolores y se considera el inicio de la guerra por la independencia
mexicana. Al paso de los días algunos de los presos de Querétaro fueron puestos
en libertad, aunque otros sufrieron el destierro.
Campaña militar
Campaña de Hidalgo
Monumento al Pípila, en Guanajuato. Este
personaje, de origen popular, habría incendiado la puerta de la alhóndiga de
Granaditas, acto que permitió a los insurgentes ganar una de las ciudades más
importantes de Nueva España. Algunos autores, identificados como conservadores,
niegan que El Pípila haya
existido.
En la
imagen, monumento conmemorativo del Bando de Miguel Hidalgo, en la Plaza de la
Liberación de Guadalajara.
A partir de Dolores, el movimiento encabezado por Hidalgo se movió por
varios puntos del Bajío, una de las más prósperas regiones de Nueva España. El
número de tropas es desconocido. En Atotonilco tomaron el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que
es considerado emblema del movimiento.
En las poblaciones del oriente de Guanajuato se unieron al contingente
mineros y peones de haciendas aledañas, mal armados y entrenados. Cuando
llegaron a Celaya
el 21 de septiembre de 1810, los insurgentes
podrían haber sumado veinte mil hombres. Celaya fue saqueada por los
insurgentes, aunque Aldama y otros soldados de carrera intentaron inútilmente
contener a la masa. Tras este episodio, Hidalgo fue proclamado "Capitán General
de América" por encima de Allende, que tuvo el rango de teniente general.
Después de apoderarse de Salamanca, Irapuato y Silao; el ejército
insurgente llegó a Guanajuato el 28 de
septiembre. A pesar de las simpatías que despertó inicialmente, el
movimiento de Hidalgo fue mal visto por las clases medias y altas, pues los
líderes eran incapaces de contener a su tropa. Por el mismo motivo comenzaron a
hacerse más visibles las diferencias entre Allende e Hidalgo.
El apoyo a los insurgentes en Guanajuato era evidente. El intendente Riaño se parapetó con su
tropa en la alhóndiga de Granaditas —uno de los edificios
más fuertes de la ciudad— y envió cartas solicitando apoyo militar al virrey Venegas, a la Real Audiencia de Guadalajara y a Félix María Calleja, jefe de las tropas
realistas de San Luis.
En respuesta al avance de los insurgentes, el virrey Venegas publicó un
bando ofreciendo una recompensa de diez mil pesos por las cabezas de los
líderes de la insurrección. Félix María Calleja y Roque Abarca se pusieron
en marcha para cercar la rebelión. Por su parte, el obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo publicó un edicto de
excomunión contra Hidalgo y sus seguidores. El 13 de octubre de 1810 Bernardo
de Prado y Obejero ratificó la excomunión
y la hizo extensiva a todo aquel que aprobase la sedición, recibiese proclamas,
ayudase a los insurgentes o que mantuviese comunicación con ellos.
Hidalgo inició el avance por
otras ciudades del Bajío el 8 de octubre de 1810. A su paso se sumaron más
personas y llegó a tener reclutados hasta sesenta mil hombres. Los insurgentes
se dirigieron a Valladolid (Michoacán) y en Acámbaro
apresaron a Diego García Conde, enviado a defender la capital michoacana. Agustín de Iturbide contaba con sesenta hombres
para defender Valladolid pero, teniendo noticia del número de los insurgentes,
rechazó el ofrecimiento de Hidalgo para unirse a la tropa y abandonó la ciudad,
seguido por el obispo Abad y Queipo. Valladolid fue tomada pacíficamente el 17
de octubre.
Los insurgentes avanzaron hacia el valle de
México. Para hacer frente a la rebelión, el destacamento de Torcuato Trujillo realizó
reconocimientos en el área de Ixtlahuaca, pero ante el avance del numeroso ejército de
Hidalgo, decidió reforzar a Mendívil en Lerma
y el puente de Atengo.
Los rebeldes avanzaron por Santiago Tianguistenco. El 30 de octubre
de 1810
los insurgentes derrotaron a los españoles en el
monte de las Cruces, gracias a la estrategia de Abasolo,
Jiménez y Allende.
Al terminar la batalla, los insurgentes se apoderaron de armas y municiones del
ejército realista, cuyos remanentes —incluyendo a Iturbide— huyeron a la ciudad de México. Al día
siguiente Jiménez y Abasolo fueron enviados a una negociación fallida con el
virrey, que se negó a capitular ante la inminente lleada de refuerzos. Hidalgo
optó por volver a Valladolid, decisión que tensó más la relación con Allende y
provocó la deserción de la mitad de la tropa.
Allende
asumió la jefatura de los insurgentes después de la derrota en Puente de
Calderón.
En el camino a Valladolid, los realistas comandados por Félix María Calleja atacaron a
los insurgentes en Aculco. La derrota de éstos últimos debilitó al contingente
por las deserciones, la toma de prisioneros y la pérdida de armamento. Teniendo
en cuenta la situación, los insurgentes se dividieron y el grueso de las tropas
se volvió —con Allende a la cabeza— rumbo a Guanajuato; mientras apenas un
puñado regresó con Hidalgo a Valladolid. Allí, el Generalísimo obtuvo el apoyo
financiero de la Iglesia y nuevas adhesiones.
Hidalgo se dirigió hacia Guadalajara y no a Guanajuato, como había
acordado con Allende. La relación entre ambos se enfrío aún más, pues Allende
pensaba que Hidalgo se estaba dejando llevar por la plebe y había olvidado a
Fernando VII. En Guanajuato, Allende fue derrotado por Calleja y Flon.
Algunos habitantes de la ciudad asesinaron a ciento treinta y ocho españoles
presos ante la inminente llegada de los realistas, que habían amenazado con
pena de muerte a quien hubiera apoyado a los insurgentes.
Mientras tanto Hidalgo seguía en Guadalajara. La intención de Hidalgo
era conformar un órgano de gobierno. Con tal propósito nombró a Ignacio López Rayón como ministro de Estado y a
José María Chico como ministro de Justicia.
Como jefe de este órgano, Hidalgo dispuso la abolición de la esclavitud
en el territorio de Nueva España el 6 de
diciembre de 1810.
Además envió a Pascasio Ortiz de Letona como ministro
plenipotenciario ante el Congreso de los Estados Unidos
para buscar una alianza militar y económica.
Ante la inminente llegada de las tropas realistas de Calleja y de José de la
Cruz, se celebró una junta de guerra. Allende e Hidalgo propusieron
estrategias distintas, pero la decisión final fue de Hidalgo, quien dispuso que
Ruperto Mier
saliera a detener a las tropas de José de la Cruz. Sin embargo Mier fue derrotado en Urepetiro por el
regimiento de Pedro Celestino Negrete. Los insurgentes
fortificaron el puente de Calderón y allí se encontraron con el contingente
realista al mando de Manuel de Flon y Félix María Calleja. Después
de seis horas de combate, los insurgentes terminaron huyendo del lugar y
Guadalajara fue ganada por los realistas.
Ignacio López Rayón fue nombrado jefe de la
insurgencia y volvió con una parte de la tropa a Michoacán, acompañado por José María Liceaga. Los otros líderes y el
resto de la tropa siguió el camino hacia el norte, y en su paso por Monclova
se encontrarion por primera vez con Ignacio Elizondo, que había sido
simpatizante de la insurgencia. Como resultado fue capturado de Pedro de
Aranda. El 21 de marzo de 1811 fueron presos en Acatita de Baján (Coahuila)
Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez junto con otros miembros más de la
insugencia. Los presos fueron fusilados en Monclova, y Chihuahua. Las cabezas
de Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez fueron colgadas en las cuatro esquinas de
la alhóndiga de Granaditas, permaneciendo a la vista de los habitantes hasta
1821.
Otros focos insurgentes
José Antonio
Torres dirigió la revolución independentista en Nueva Galicia. Tomó
Guadalajara, donde se reunieron Hidalgo y Allende en diciembre de 1810. Fue
ahorcado y decapitado en 1812, su cabeza fue expuesta como escarmiento durante
40 días y sus miembros fueron repartidos por Nueva Galicia.
El movimiento independentista iniciado en Dolores el 16 de septiembre de
1810 fue secundado en otras partes de Nueva España. A principios de noviembre
de 1810, José Antonio Torres logró imponerse sobre la
poca resistencia que ofrecieron las fuerzas virreinales en La Barca y en la Batalla de Zacoalco.
Los simpatizantes de la insurgencia habían tomado varias ciudades
importantes antes de terminar 1810. Rafael
Iriarte controlaba León, Aguascalientes y Zacatecas. Luis de Herrera y Juan
Villerías ocupaban San Luis Potosí. En Toluca y Zitácuaro
estaba Benedicto López. José María Morelos comenzaba su campaña en el
sur de Michoacán y México; mientras Miguel Sánchez y Julián Villagrán controlaban el valle del Mezquital al norte de la intendencia
de México.
La persecución contra los líderes
regionales fue tan dura como la que se dirigió contra las principales cabezas
de la insurgencia. En enero de 1811, José María Mercado —que operaba en Nueva
Galicia— fue derrotado en Maninalco y probablemente se suicidó, pues su cadáver
se encontró en el fondo de un barranco al día siguiente. Algunos líderes
resistieron la persecución por poco tiempo, como José Antonio Torres, que fue derrotado por Antonio López Merino el 4 de abril de 1812
y ahorcado el 23 de mayo después de un juicio sumario. Otros resistieron y se
convirtieron en protagonistas de los sucesos de los años siguientes, como
Villagrán y Morelos.
Características del movimiento insurgente de 1810 1811
Entre 1785 y 1786, en Nueva España se había producido una de las crisis
agrícolas más grandes de su historia, provocando una hambruna
en la que murieron cerca de 300 000 personas. Entre 1808 y 1809 una grave
sequía en El Bajío había reducido las cosechas, por consiguiente los alimentos
habían cuadruplicado sus precios. Por otra parte, las guerras en Europa habían
provocado escasez y desempleo. Ante esta situación los campesinos vieron en
Hidalgo a un líder que podría conducirlos a una vida mejor. Fue así que los
insurgentes lograron conseguir adeptos rápidamente. Contaba además con los
refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano
Abasolo, oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el Grande.
Segunda etapa: Organización (1811-1815)
La llamada etapa de
organización de la guerra independentista de México comprende los
sucesos bélicos y políticos ocurridos entre el momento en que Ignacio López Rayón fue nombrado jefe de las
fuerzas insurgentes en Saltillo el 16 de marzo
de 1811
—poco antes de que Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez y otros jefes insurgentes
fueran presos y ejecutados en el norte de México— y antes del fusilamiento de José María Morelos y Pavón en Ecatepec
el 22 de diciembre de 1815. Durante esta época,
el movimiento independentista no sólo realizó acciones bélicas, sino que se
dotó a si mismo de una estructura y un cuerpo jurídico. Durante este período
cobra importancia el posicionamiento ideológico de la causa insurgente.
Composición social del movimiento
El movimiento insurgente fue respaldado por las clases bajas,
especialmente campesinos. Los hombres se juntaban en grandes turbas armados con
hondas, flechas, lanzas, palos y piedras. Se reunían espontánea y
transitoriamente con los jefes insurgentes para oponerse al ejército virreinal
y ocasionalmente surgía un líder entre ellos. En las batallas llegaron a
participar comanches
y lipanes,
al igual que los esclavos negros. Solamente los esclavos de algunas
haciendas siguieron fieles a sus amos. Aquellos que poseían caballos,
generalmente miembros de las castas, arengaban a los indígenas labradores para unirse al
movimiento un poco mejor armados. Casi la totalidad de las fuerzas bajo el
mando de Ignacio López Rayón eran indios flecheros de El
Bajío, las de José María Morelos estaban compuestas por
negros y mulatos
del sur que eran peones de haciendas, algunas veces soldados del ejército
virreinal que habían sido vencidos y miles de campesinos apenas armados los
cuales eran de gran ayuda en los trances difíciles.
Marcha de López Rayón hacia el sur
Ignacio López Rayón había sido uno de los
secretarios de Estado nombrados por Miguel
Hidalgo cuando éste intentó organizar un gobierno insurgente durante
su breve estancia en Guadalajara entre noviembre de 1810 y enero de 1811. Algunos documentos
suscritos por Hidalgo en ese sitio y en momentos anteriores de la revolución
fueron redactados por el propio López Rayón, por lo que se presume que tenía
cierta influencia sobre Miguel Hidalgo. El 5 de marzo
de 1811,
López Rayón recibió el cargo de jefe supremo de la insurgencia y la instrucción
de volver al sur mientras Hidalgo, Allende y otros seguían su marcha rumbo a
Texas.
Los tres mil quinientos hombres que formaban el remanente de la
insurgencia marcharon hacia Michoacán
bajo el mando de López Rayón y otros jefes. Durante el traslado se enfrentaron
a los realistas, a quienes derrotaron en Puerto de Piñones y en Zacatecas.
Rayón y Liceaga determinaron que era necesario instaurar un Congreso o
Junta conforme a los planes originales que se tenían en 1808 de gobernar de
forma autónoma a nombre de Fernando VII, mientras el monarca fuese prisionero
en Francia. Enviaron una carta dirigida a Calleja expresando estos objetivos,
la cual fue entregada por José María Rayón. Aunque les ofreció el indulto,
Calleja negó la posibilidad de entrar en negociaciones con los insurgentes para
reconocer dicha junta.125
Rayón partió hacia Aguascalientes, fue perseguido por el general Miguel Emparán, quien le
propinó una derrota en la Batalla del Maguey el 2 de mayo de 1811. No
obstante, Rayón pudo escapar hacia La Piedad y Zamora.
Otros levantamientos y confrontaciones
Durante febrero de 1811, fue derrotado en Sinaloa
José María González Hermosillo
por Alejo García Conde en la Batalla de San Ignacio de Piaxtla.
En los primeros días de mayo en la zona de Matehuala,
el insurgente Juan Villerías fue derrotado por Joaquín de Arredondo y
Cayetano Quintero, muriendo el 13 de mayo. Arredondo continuó su avance tomando
la plaza de Tula el 22 de mayo, derrotando a Mateo Acuña,
quien junto con otros insurgentes fue pasado por armas. El 21 de junio, las
fuerzas virreinales tomaron Matehuala.
El 12 de julio, los insurgentes José Calixto Martínez y Moreno,
Ignacio
Sandoval, Miguel Gallaga fueron derrotados en la Batalla de Llanos de Santa Juana,
aunque lograron tomar Colima el 16 de julio de 1811. Fuerzas virreinales al mando de
Rosendo Porlier recuperaron las plazas de Sayula, Zacoalco y Zapotlán el Grande,130
para después reunirse en Zapotiltic con el coronel español Manuel del Río. El cura de Matehuala,
José Francisco Álvarez, con la ayuda de Pedro Celestino Negrete, venció a los
insurgentes en Colotlán, causándoles más de mil quinientas bajas.
De finales de julio a mediados de agosto, la revolución insurgente
volvió a encenderse en Aguascalientes y Zacatecas. Cuando los virreinales
fusilaron a los rebeldes Nájera y Flores Alatorre en Aguascalientes, la plaza
fue tomada por el cura Ramos, Oropesa, Ochoa y Hermosilla, obligando al
subdelegado Felipe Álvarez y al cura Terán a salir de la ciudad, quienes habían
ejercido un breve gobierno despótico. El 25 de agosto, Calleja envió al coronel
García Conde y al teniente José López a reprimir el nuevo brote revolucionario,
después de ofrecer resistencia, los insurgentes se dispersaron en Nochistlán.
Las primeras campañas en el sur
En la región de Tierra Caliente, desde finales de septiembre de
1810 existieron brotes de rebeliones. Los líderes más notables fueron Ávila y
Ruvalcaba, pero estos fueron vencidos por José Acha, quien era administrador de
las haciendas de Gabriel de Yermo. Ruvalcaba murió en los
encuentros, el virrey designó a José Antonio Andrade y poco después a Nicolás
Cosío para defender la zona contra nuevos levantamientos. En octubre de 1810
—después de haberse entrevistado con Hidalgo en el pueblo de Charo— José María Morelos inició su campaña en Carácuaro
con solo veinticinco hombres. Fue incrementando paulatinamente su ejército,
pero la estrategia militar de Morelos fue diferente a la de Hidalgo: su
ejército nunca superó más de seis mil hombres, los cuales eran disciplinados y
tenían armamento adecuado.
Entre febrero y abril, en esta zona, los insurgentes contaban con dos
mil quinientos hombres, los cuales fueron distribuidos en Sabana, el
Aguacatillo, Veladero y las Cruces. Debido a que Cosío no pudo derrotarlos, el
virrey lo sustituyó por Juan Antonio Fuentes, pero también fue arrollado a
principios de mayo cuando Morelos decidió abandonar el asedio de Acapulco
para avanzar hacia Chilpancingo.138
En las plazas de Chichihualco, Chilpancingo y Tixtla las
fuerzas virreinales fueron derrotadas.139
Fuentes persiguió a Morelos, pero fue derrotado nuevamente en Chilapa,
añadiéndose la plaza a las dominadas por los Insurgentes.
Conspiraciones en la Ciudad de México
En abril de 1811, la captura de los iniciadores de la rebelión fue
recibida con tristeza por sus simpatizantes. Un conato de complot contra el
virrey, dirigido por Miguel Lazarín y su esposa Mariana Rodríguez del Toro, fue
descubierto cuando el padre Gallardo violó el secreto de
confesión del conspirador José María Gallardo, siendo encarcelados
algunos de los participantes.
Las noticias de las victorias parciales de los insurgentes dieron un
nuevo aliento a sus seguidores. En casa de Antonio Rodríguez Dongo se
celebraron juntas en donde participaron frailes agustinos, militares de bajo
cargo, abogados y un prófugo de la cárcel, pero fueron delatados el 2 de agosto
de 1811.
La administración del virrey Venegas siguió enviando dinero a la Península ibérica para apoyar la defensa contra
Napoleón, menguando los recursos de la propia colonia. A causa de la
revolución, la minería suspendió labores y entró en un proceso de decadencia.
La agricultura fue en gran parte abandonada cuando los campesinos se unieron al
movimiento armado.
López Rayón y la Junta de Zitácuaro
Mural en
Zitácuaro de la instauración de la Suprema Junta Nacional Americana.
En Zitácuaro, el 19 de agosto
de 1811,
Ignacio López Rayón convocó a la formación de la Suprema Junta Nacional Americana "para la conservación de los derechos
de Fernando VII, defensa de la santa religión e indemnización y libertad de la
oprimida Patria", la cual "organizaría
los ejércitos, protegería la justa causa y libertaría a la patria de la
opresión y yugo que había sufrido por espacio de tres siglos". El
propio Ignacio López Rayón presidió la junta, José María Liceaga y José Sixto Verduzco fueron nombrados vocales.
Para la difusión de las determinaciones tomadas en la Junta se contó con la
ayuda de Andrés Quintana Roo y José María Cos, quien suministró una prensa
para imprimir el periódico El Ilustrador Americano, que
difundía las ideas autonomistas.
La Junta de Zitácuaro no difería en sus propósitos de aquéllas
establecidas en otras partes de América; para quienes la existencia de estos concejos
estaba justificada en la conservación de la soberanía en nombre del destronado
rey de España hasta que no volviera a ocupar la titularidad de la Corona. La
Junta de Zitácuaro reunió sobre todo a la élite criolla del centro de México.
Contó con el apoyo de Morelos, jefe de la insurgencia en la sierra Madre del Sur.
Durante la vigencia de la junta se redactaron los Elementos Constitucionales, el
primer proyecto de constitución nacional; se hizo el primer cuño de monedas
propiamente mexicanas; así como los primeros intentos por lograr el
reconocimiento de la comunidad internacional a través del envío de un embajador
a Estados Unidos: Francisco Antonio de Peredo y Pereyra.
Sitio de Cuautla
Primeras
campañas de José María Morelos y Pavón (1810-1812).
Morelos continuó su avance desde Chilapa y envió a Valerio
Trujano hacia Silacayoapan. Además, el cura de Carácuaro dividió su
ejército en tres columnas. Una, al frente de Miguel Bravo,
avanzó a Oaxaca por Huitzuco. En su camino hacia el sureste, Bravo tomó
Acatlán y Huajuapan. Otro brazo, al mando de Hermenegildo Galeana volvió a Taxco. El tercer grupo
insurgente, encabezado personalmente por Morelos, tomó la plaza de Chiautla,
venciendo a Mateo Musitu. El 10 de diciembre entró a Izúcar, actualmente Izúcar de Matamoros, donde se le unió Mariano
Matamoros.
Durante el mes de enero de 1812, los batallones realistas Asturias y Loveras
así como el regimiento América,
comandado por el birgadier Juan José de Olazaba, desembarcaron en el puerto de
Veracruz para ponerse a las órdenes del virrey, quien había solicitado la ayuda
a España para luchar contra la insurrección. En febrero, Félix María Calleja —la mejor espada de Nueva España, como
le habían apodado merced a sus múltiples victorias frente a los insurgentes—
fue comisionado por el virrey Vanegas para que terminara de una vez por todas
con el ejército de Morelos.
Durante este tiempo, López Rayón y la Junta se habían trasladado a Toluca.157
Albino García
atacó Guanajuato en donde fue rechazado, pero
logró tomar la plaza de Irapuato, obligando al brigadier García Conde a retroceder
hasta Celaya,
aunque éste después tomó la plaza de San Miguel el Grande para dar paso libre
al camino que dirigía a San Luis.
Manuel Mier y Terán se unió a la causa
insurgente en Sultepec, comenzando a fundir cañones. En el mismo lugar el
doctor Cos continuó distribuyendo El Ilustrador Americano.
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